Thursday, February 21, 2013

Limpieza

Luego de la limpieza interior, sucede una exterior. Este acto parece muy inocente y hasta simplemente estético; ordenar, limpiar para tener un bello hogar. Pero no es tan sencillo ni tan inocente. Esos objetos, simples cosas, materia inerte y en muchos casos perecedera o alimento de especies varias de insectos, esconden en sus átomos no sólo recuerdos, lo cual sería simplemente melancólico, si no ridículamente anacrónico. Ellos esconden sueños rotos, sueños muertos antes de nacer, esperanzas de mañanas que nunca vendrán o que vinieron y pasaron desapercibidos. Esconden frustraciones, imposibilidades, muertes de deseos y amores. Esconden la esperanza de que algún día volverán a vivir, a estar en manos de los vivos, a recuperar su ánima. Mientras son fantasmas, esqueletos que contaminan nuestro espacio con su putrefacción imperceptible y solapada, que impiden las ausencias, los vacíos, las incertidumbres. Nos acostumbramos a ellos, y sin darnos cuenta se van enredando en nuestras vidas, van formando parte nuestra, hasta sentirlos casi imprescindibles. Así aseguran su subsistencia, la razón de su presencia en este mundo. Si algún ser da cuenta de ellos, utilizándolos como hábitat o parte de su cadena alimenticia, sentimos que una enfermedad se apoderó de nosotros, extirpándonos un órgano, inluco los lloramos. Cuando uno tira un objeto entonces, está tomando una decisión, una decisión sobre el curso de su vida, sobre sus intereses, sobre sus sueños, sobre sus acciones futuras, sobre su apariencia.....infinitas decisiones y posibilidades que se esconden en esa materia inocente que nos espía desde un rincón de nuestra intimidad.

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